Muerte y Resurrección. Ensemble Praeteritum

Música Sacra para acompañar la Semana Santa
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09.04.2019

19:30 h

Auditorio

Gratuito. Recogida de entradas el mismo día del concierto desde las 10:00 h en la taquilla de CentroCentro
Máximo 2 entradas por persona

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El título de este programa, Muerte y Resurrección, nos habla de muchas cosas, algunas obvias en este contexto, pero otras quizás no tanto. De la misma forma que la Pasión de Cristo ha inspirado un acervo de obras incontables, el sufrimiento del héroe caído y renacido inspira de vuelta una selección musical que refiere otra pasión y resurrección, aquí estéticas, que son las vividas por los dos autores convocados en la hora de estas obras maestras. El siglo XIX languidece y la música clásica europea atraviesa una de sus crisis más traumáticas. La "Pasión" es el quebranto de una tonalidad que lleva moribunda desde el Tristán wagneriano y que expirará su aliento final con la música de Gustav Mahler décadas más tarde. La "Resurrección", por otro lado, toma la forma de la música atonal, serial o dodecafónica. La continuidad, a ojos de la Segunda Escuela de Viena defendida por Schönberg, Berg y Webern durante la primera década del XX, depende de ello, pero esa es otra historia. Tal es el escenario que nos propone el Ensemble Praeteritum al parear en nuestro ciclo de Semana Santa las dos piezas terminales del tardorromanticismo firmadas por el postrero Strauss y un Schönberg primerizo. Precisamente, el violinista Pablo Suárez Calero creó Ensemble Praeteritum en 2011 no solo para reinventar el pasado, sino también para disparar nuevos puntos de vista sobre conceptos y relaciones programáticas estandarizados por la corriente. Como botón, este programa.

En la primera obra, el famoso sexteto cenital Noche transfigurada, op. 4 de Schönberg basado en el poema homónimo de Richard Dehmel, una pareja de amantes deambula en la noche. Ella embarazada de otro, él de poesía. «Sólo mira ¡cuán claro brilla el universo!» es el consuelo que le dice. Luego se besan y se pierden en la luna. Se estrenó con polémica en 1902; cómo no, Schönberg también andaba enamorado de Mathilde von Zemlinsky y se dejó llevar. Y dejándose llegó a los límites de la corrección armónica, un lugar donde el amor flota extraño e ingrávido como la muerte. Las Metamorfosis de la segunda mitad son el duelo de Strauss tras saber de los escombros del Teatro Nacional de Múnich y haber llorado las ruinas durante años: «¡El mundo es muy cruel. Me han aniquilado!», grita. La Segunda Guerra Mundial toca a su fin y doblan las campanas. Nada volverá a ser igual. Y la música, menos que nada. Metamorfosis se redactó como septeto de cuerda pero en abril de ese año Strauss completó la versión para veintitrés instrumentos que un año después estrenaría Paul Sacher en Zúrich. Que su título no lleve a engaño. La música no muta, no es un estudio de variaciones. Es una pira. La transfiguración sucede por dentro, simbólicamente, y tiene que ver con la mirada de quien contempla el tiempo de espaldas, mirando al horizonte. Por eso escuchamos la Marcha fúnebre de la Heroica de Beethoven en chelos y contrabajo, por eso nos llegan los ecos de Wagner y Mozart en la conmoción de este lenguaje cromático y tentativo que busca realizarse. Todo comienzo es primero una muerte.

Arnold SCHÖNBERG (1874-1951). Verklärte Nacht, opus 4 (1899)
Richard STRAUSS (1864-1949). Metamorphosen, TrV 290 (1945)

Ficha artística:
Dirección: Pablo Suárez
Músicos: Aitzol Iturriagagoitia - violín I; Laura Delgado - violín II; Alejandro Regueira - viola I; Paula García viola - II; Salvador Bolón - cello I; Marco Pannaría - cello II; Laura Asensio - contrabajo

Organiza: Ayuntamiento de Madrid